Después de diez meses me despierto
despego con los dedos
escamas grises iridiscentes
que recubren mis ojos
el sudor de la fiebre está seco
las sábanas no se pegan
apoyo los pies
ya no son redondos ni calientes
miro la cama en la que estuve hirviendo
la duda me sacudió en el cuerpo con
la tensión de un pelo
a punto de ser cortado
por una roca
Hay en mi habitación un ser
sonriente y semidesnudo
con el pelo largo y
la voz alerta
volví, dice
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